El término “prevención combinada” fue acuñado por la respuesta al VIH, que por primera vez recopila en una caja de herramientas preventivas que se presentan ordenadas en tres grupos: comportamentales, biomédicas y de reducción de barreras estructurales. Estas, aplicadas en paquetes integrales, tienen el potencial de reducir significativamente la transición y por ende el número de nuevas infecciones del VIH, con el fin de controlar la epidemia en ausencia de una vacuna para prevenir el VIH o una cura.
La misma lógica aplicada en la prevención del VIH puede ser adaptada la prevención y protección de las personas frente al COVID-19: la promoción de un modelo integral y combinado tiene el valor promover la visibilidad y el uso de todas herramientas accesibles; hasta tanto un número significativo de personas tengan acceso a una vacuna altamente eficaz, o cualquier otro cambio natural en la trayectoria de la pandemia. Una o más vacunas para el COVID-19 es una herramienta de esta caja de múltiples abordajes de prevención combinada para el coronavirus. Debemos asumir, no solo la demora del acceso de la mayoría de la población a las vacunas, sino el hecho que estas no sean la única respuesta para controlar la pandemia.