Venezuela: el silencio y la complicidad internacional
Son las tres de la tarde, y María regresa agotada y con las manos vacías. Siente que ha hecho poco en todo el día, cuando en realidad no ha conseguido lo que necesita. Salió caminando a las cuatro de la mañana. Entre las cinco y las diez estuvo en una larga fila en el hospital, urgida por retirar los medicamentos para tratar su VIH y un antidiarreico para el menor de sus hijos. [CONTINÚE LEYENDO]